-“Equivocarse en el bajo es fatal. La gente lo nota”, dice Felipe Navia, nacido en Bucaramanga, Colombia. Sus primeros pasos los dio en el años 98, formó parte de la banda  La Cirugía con el guitarrista Juan Pablo Villamizar (Juanes), editando dos discos y también estuvo en  Poper con Mauricio Colmenares (Revolver Plateado), editando un disco de culto en la escena colombiana. Desde el año 2000 es miembro de la banda que acompaña a Juanes en sus giras. En otras palabras, desde que Juanes se hizo conocer como solista tras su paso por la banda Ekhymosis.

A felipe se le siente ya relajado, acaba de finalizar la gira Loco de Amor en Chile, por lo que se está tomando un breaj mientras Juanes empieza su proceso de composición. “Ahora mismo estoy dedicado a componer. He trabajado algunas cosas con Juanes, no sé si van a salir pronto.  Estoy escribiendo canciones con Raquel Sofía – puertorriqueña nominada el año pasado a un Grammy Latino – también para un documental con Mateo Ramos de Yamaha en Medellín, y co-produciendo algunas cosas más”.

Al preguntársele sobre qué es lo que mas admira de su compatriota, el mundialmente conocido Juanes, dice: “Su capacidad de trabajo.  En el escenario canta, baila, habla, entretiene; es bastante impresionante.  Más que mi jefe lo considero mi amigo”.

Felipe es imagen de los bajos marca Yamaha y marca Gibson;  es un bajista con un sentido del growl atinado. “Yo sostengo, tengo muy buen tempo y sueno grueso. Me gusta servir a la canción”, se presenta así. Aunque sus inicios tenía en mente otros instrumentos, recuerda que se vio sumergido en la disyuntiva adolescente:  “Me gustaría tocar batería pero no hay batería aquí en este momento, guitarra acústica tampoco como que tengo, hay un bajo… entonces lo cogí. Siempre me gustó”.

Apegado al sistema clásico de una banda, todo lo que rodea ese ambiente por supuesto más de tres lustros en carretera, Felipe, sin embargo, es abierto al sonido vanguardista de los últimos tiempos. Es cauteloso con esto. “Me gustan las máquinas, pero es la manera como se traten. Si yo cojo un loop que ya está hecho y lo pongo ahí a repetirse quinientas veces, a mi no me produce nada. Si hay un Minimoog y uno puede mover los filtros y jugar con las frecuencias, los osciladores, crear un beat uno mismo, ahí estás creando una cosa que no se puede hacer con una guitarra o un violón. Esa fue la idea de la electrónica desde un principio. La gente se confunde, una cosa es la música dance y otra cosa es la música electrónica o electroacústica”, define.

Pasa mucho tiempo en Miami, una especie de hogar en el que mira cómo se desarrolla su vida agitada. “Yo siempre he creído, aunque esté súper trillado, que la música puede cambiar miles de cosas. Eso lo hemos visto desde Colombia hasta aquí (Miami).  Estaba pensando, con algún amigo, una especie de voluntariado para colaborar e algunos barrios que no están tan bien como otros. Enseñando algo de música”, suelta en relación a la contribución que le gustaría hacer en la Florida, como pequeño punto de Estados Unidos.

Aún así, su cabeza productiva, compositiva e intereses primarios como músico, lo llevan a vivir inquieto, inventando, reflexionando y esperando el momento de alzarse con más material. Suelta, reconoce y confiesa: “Quiero volver a hacer otro proyecto y ponerlo en las redes, el que lo quiera disfrutar, bien”.

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