Miguel Ángel Asturias Rosales. Premio Nobel de Literatura, 1967. Nació el 19 de octubre de 1899 en el barrio de la Parroquia Vieja en la ciudad de Guatemala; hijo del abogado Ernesto Asturias y la maestra María Rosales. Falleció en Madrid el 9 de Junio de 1974. Recibió el Premio Lenin de la Paz en 1965 y el Premio Nobel de Literatura en 1967.
Miguel Ángel Asturias es el escritor guatemalteco más reconocido universalmente. Escribió novela, cuento, poesía, teatro y periodismo. Se graduó de abogado y notario en la Universidad de San Carlos de Guatemala, donde participó en la lucha contra la dictadura del presidente Manuel Estrada Cabrera, hasta que éste fue derrocado. Fundó y dirigió la Universidad Popular en 1923.
Entre su obra destacan: Mulata de Tal (1930), El Señor Presidente (1946), Hombres de maíz (1949), Viento fuerte (1949), El Papa Verde (1954), Week-end en Guatemala (1956), La audiencia de los confines (1957), Los ojos de los enterrados (1960), El Alhajadito (1961), Mulata de Tal (1963), El espejo de Lida Sal (1967), Maladrón (1969), Viernes de Dolores (1972).
En “Malandrón”, un grupo de conquistadores españoles escapan de su ejército debido a motivos religiosos. Son adoradores de Gestas, el saduceo materialista, acusado de mal ladrón y soberbio porque se atrevió a despreciar la oferta de salvación espiritual del Mesías, cuando juntos compartían agonía. Condenados a muerte por herejes, huyen a la selva, ayudados por un capitán, quien es cristiano, pero les facilita la fuga a fin de que colaboren en su búsqueda del lugar subterráneo y maravilloso (¿físico o simbólico?) donde se juntan los dos océanos.
Llegan a un valle donde habitan indios tiburones (a decir de los conquistadores), quienes adoran a Cabracán, señor de los terremotos, a través de gesticulaciones y muecas, casi de la misma forma en que los seguidores del Maladrón rinden culto a su deidad. Debido al parecido en los ritos, deciden, ya sea por medio de la conversión mágica o bien del vil engaño, conjugarlos en uno solo, con muy oscuros fines.
Junto a ellos viaja una joven indígena, quien pronto será madre de un niño en cuyas venas se unen, si no las aguas de los océanos, sí las sangres de dos continentes.
Así, entre la búsqueda de los océanos reunidos, el intento de sincretización de rituales gesticulatorios y la concepción de un niño mestizo, queda listo el escenario de un relato maravilloso y apasionante.
Javier Mosquera Saravia.