Giros es el segundo álbum de Fito Páez y ha sido editado en 1985. Un año después de su gran debut con Del 63 (1984), llegó Giros, disco que se destacó por sus arreglos, su sonido y, claro, las canciones. La lista de temas de este disco forma parte del cancionero de la música popular de todo el continente, grabado en todos los idiomas por artistas de todo el mundo: “Yo vengo a ofrecer mi corazón”,”11 y 6″, “Cable a tierra” y “D.L.G” se han convertido en verdaderos himnos para el público. Un trabajo muy sólido, sin duda uno de los más reconocidos y aplaudidos de Fito Páez.
En lo musical, el disco explora diversos géneros y estilos: “Giros” está impregnado de tango, “Yo vengo a ofrecer un corazón” tiene fuerte un ritmo de chacarera y “D.L.G.” trae aires de baguala al segundo disco de Páez.
En este 2015 se cumplen 30 años de Giros y se celebrarán en el Teatro Gran Rex los días 27 y 28 de Noviembre.
“Giros” En primera persona. Por Fito Páez
Fue maravilloso hacer este álbum. Nadie sería quien es sin su pasado a cuestas. Estoy muy orgulloso de él. Sobre todo de sus errores. Y de sus contactos inconscientes o atávicos con ideas y canciones que marcaron un norte que no era mío sino de un grupo grande de gente. Nadie compone o hace SU música. La herencia te toma, decía un filósofo francés hace unos años solamente. No se decide tener contacto con ella. Sin Enrique Santos Discépolo y su genial “Yira, yira” este álbum jamás hubiera surgido. Y no me quiero privar de contar la anécdota con don Atahualpa Yupanqui. Por aquel año, 1985, el consulado francés le hace un homenaje en un edificio que tenían frente a la plaza San Martín, en el barrio de Retiro en la ciudad de Buenos Aires. En un momento, ya aburrido del protocolo y la solemnidad de aquel ágape, cruzamos miradas y con picardía y complicidad terminamos en una pequeña habitación con una copa de vino cada uno. Don Ata monologó durante una hora aproximadamente. Me contó cómo había sido guitarrista de Agustín Magaldi y guardaespaldas de Carlos Gardel. De sus viajes a caballo por la Argentina. De su llegada a París y de tantas cosas divertidas y jugosas. Cuando entró su mujer a buscarnos para decirnos, casi retarnos, que hacía una hora que nadie sabía nadie del homenajeado, Yupanqui se me acerca al oído y me pregunta suavemente: “¿Esta canción es suya?”. Respuesta que él ya sabía y me canta al oído las primeras dos líneas de “Yo vengo a ofrecer mi corazón”. “Muy bien, m´hijo… muy bien”, dejó tronando esas palabras en mis oídos y desde allí hasta el día de hoy, he vivido con ese sonido dentro mío que me recuerda que la parte más difícil en un artista es ser el irresponsable riguroso de la tribu.