Me acuerdo cuando escuchaba involuntariamente boleros, mambos o cumbias de épocas anteriores a mi generación y pensaba “‘eso es música de viejos”, lo mío es el rock.
Asociaba el sonido y toda su estética a personas pasadas de moda. Canas, ropa descolorida y olor a naftalina.
En el dial giraba rápido la perilla para no escuchar lo que estuviera sonando en las emisoras de “Música de Antaño” o “Nostalgia”, que llamaban en ese entonces.
La mía era una intransigencia elevada al máximo con todo lo que fuera algo distinto al momento que representaba mi juventud, mi status quo, mi realidad.
Hoy veo eso en los chicos de hoy y no puedo reprocharlo, porque yo también era así. Pero me pongo a imaginar cómo fue para las generaciones que antecedieron a mí, sentir la emoción por los artistas de su tiempo. Cómo los vieron crecer, envejecer y morir tal y como yo hoy veo a los ídolos míos.
Por ejemplo, imaginar cómo serían de mayores los famosos del Club de los 27 Años- artistas que murieron a esa edad como Jim Morrison, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Brian Jones, Buddy Holly, Amy Winehouse – y otros que nunca vimos envejecer tampoco como Freddie Mercury, Kurt Cobain, Michael Hutchence, Bob Marley. Ellos son los famosos “Cadáveres Bien Parecidos”, como los bautizaron en su libro Jordi Sierra i Fabra y Jordi Bianciotto.
Y aunque suene insólito, a veces pienso que esos rock stars se salvaron de una situación bastante riesgosa la cual que es envejecer en el escenario. Digo riesgosa porque algunos decaen dignamente y otros no. Por ejemplo, los Rolling Stones o Paul McCartney tienen ese glamuroso estilo de dar lo mejor de sí con el vigor y la elegancia necesaria para ser llamados clásicos.
Por eso, quisiera ver a Don Omar, Daddy Yankee o Alex & Fido ofrecer un show cuando estén en los 50 o 60 años de edad. ¿Pasará lo mismo que cuando veo un show de Hombres G o Miguel Mateos?
Los veo a Hombres G y a Miguel Mateos viejos, me veo viejo y canto “cuando sea grande” o “Devuélveme a mi chica” con la misma euforia y excitación que cuando tenía 18.
Pero… ¿ Daddy Yankee, Justin Bieber?
Imagínenselos por un momento….Daddy cantando “Gasolina” y Justin “Baby” con algunos kilos de más y golpeados por el tiempo.
Un artista me dijo una vez que hay que tener cuidado cuando escribes una canción, porque si se convierte en éxito, vas a tener que interpretarla toda tu vida, así que más vale que te guste lo que cantas.
Y hoy en día vemos como hay figuras que se ha retirado o piensan retirarse “por respeto al público”. David Bowie tiene Parkinson y Morrissey anuncia que se retira de los escenarios porque ha “envejecido mucho”.
Nuestra programación desde niños a desdeñar la vejez y a honrar la juventud nos hace olvidar otras dimensiones que se empiezan a abrir con los años, por ejemplo, la de la espiritualidad. Y si uno no está fuerte en esa parte, el golpe al ego que representa perder el brillo y la fuerza de otrora puede ser nefasto para cualquier ser humano y sobre todo para una figura del espectáculo.
Lo importante es no reprocharse nada y no arrepentirse de nada. Afinar nuevos sentidos que vienen con la experiencia y saber recoger lo vivido con gratitud y alegría, sin nostalgias, pues el verdadero viaje está por comenzar.
Ahora soy un veterano que tiene canas, pero ropa descolorida nunca y olor a naftalina jamás. Soy un joven de ayer, como dice la canción de Charly García en Serú Girán…y orgulloso de serlo.Me acuerdo cuando escuchaba involuntariamente boleros, mambos o cumbias de épocas anteriores a mi generación y pensaba “‘eso es música de viejos”, lo mío es el rock.
Asociaba el sonido y toda su estética a personas pasadas de moda. Canas, ropa descolorida y olor a naftalina.
En el dial giraba rápido la perilla para no escuchar lo que estuviera sonando en las emisoras de “Música de Antaño” o “Nostalgia”, que llamaban en ese entonces.
La mía era una intransigencia elevada al máximo con todo lo que fuera algo distinto al momento que representaba mi juventud, mi status quo, mi realidad.
Hoy veo eso en los chicos de hoy y no puedo reprocharlo, porque yo también era así. Pero me pongo a imaginar cómo fue para las generaciones que antecedieron a mí, sentir la emoción por los artistas de su tiempo. Cómo los vieron crecer, envejecer y morir tal y como yo hoy veo a los ídolos míos.
Por ejemplo, imaginar cómo serían de mayores los famosos del Club de los 27 Años- artistas que murieron a esa edad como Jim Morrison, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Brian Jones, Buddy Holly, Amy Winehouse – y otros que nunca vimos envejecer tampoco como Freddie Mercury, Kurt Cobain, Michael Hutchence, Bob Marley. Ellos son los famosos “Cadáveres Bien Parecidos”, como los bautizaron en su libro Jordi Sierra i Fabra y Jordi Bianciotto.
Y aunque suene insólito, a veces pienso que esos rock stars se salvaron de una situación bastante riesgosa la cual que es envejecer en el escenario. Digo riesgosa porque algunos decaen dignamente y otros no. Por ejemplo, los Rolling Stones o Paul McCartney tienen ese glamuroso estilo de dar lo mejor de sí con el vigor y la elegancia necesaria para ser llamados clásicos.
Por eso, quisiera ver a Don Omar, Daddy Yankee o Alex & Fido ofrecer un show cuando estén en los 50 o 60 años de edad. ¿Pasará lo mismo que cuando veo un show de Hombres G o Miguel Mateos?
Los veo a Hombres G y a Miguel Mateos viejos, me veo viejo y canto “cuando sea grande” o “Devuélveme a mi chica” con la misma euforia y excitación que cuando tenía 18.
Pero… ¿ Daddy Yankee, Justin Bieber?
Imagínenselos por un momento….Daddy cantando “Gasolina” y Justin “Baby” con algunos kilos de más y golpeados por el tiempo.
Un artista me dijo una vez que hay que tener cuidado cuando escribes una canción, porque si se convierte en éxito, vas a tener que interpretarla toda tu vida, así que más vale que te guste lo que cantas.
Y hoy en día vemos como hay figuras que se ha retirado o piensan retirarse “por respeto al público”. David Bowie tiene Parkinson y Morrissey anuncia que se retira de los escenarios porque ha “envejecido mucho”.
Nuestra programación desde niños a desdeñar la vejez y a honrar la juventud nos hace olvidar otras dimensiones que se empiezan a abrir con los años, por ejemplo, la de la espiritualidad. Y si uno no está fuerte en esa parte, el golpe al ego que representa perder el brillo y la fuerza de otrora puede ser nefasto para cualquier ser humano y sobre todo para una figura del espectáculo.
Lo importante es no reprocharse nada y no arrepentirse de nada. Afinar nuevos sentidos que vienen con la experiencia y saber recoger lo vivido con gratitud y alegría, sin nostalgias, pues el verdadero viaje está por comenzar.
Ahora soy un veterano que tiene canas, pero ropa descolorida nunca y olor a naftalina jamás. Soy un joven de ayer, como dice la canción de Charly García en Serú Girán…y orgulloso de serlo.