Por Kike Posada
Argentina vive por estos días un apasionado affair con David Lebón, mítico músico nacional, que, a sus 70 años, es adorado por contemporáneos y jóvenes que reconocen el mensaje de sus letras y la calidad y la calidez de sus presentaciones en vivo.
Quién hubiera pensado que un septuagenario estaría cautivando a figuras juveniles, llenando estadios, viajando incesantemente por su país y recibiendo homenajes por cada lugar al que va?
Hay una “Lebomanía“. un revivir de la carrera de El Ruso -como le dicen, por su orígen: Madre rusa-china, padre vasco-francés. Vivió su adolescencia en EEUU donde fue cautivado en los años 60 por el Rock. Posee un mundo de información musical diversa, quizás fue involuntario de su parte, pero está en su ADN.
A partir de 2019, con la publicación del álbum Lebón & Co Vol. 1, por parte de Sony Music Argentina, bajo la iniciativa de su presidente Damián Amaro y de la regional para Latinoamérica, Afo Verde, los cuales crecieron admirando a Lebón. Este esfuerzo de sacar lo mejor de su carrera junto a figuras más jóvenes alcanzó altos números de reproducciones y reconocimientos, entre ellos una nominación al Latin GRAMMY a Mejor Álbum de Pop-Rock y un Premio Gardel a Álbum del Año. En dicho trabajo, le acompañaron Julieta Venegas, Coti, Emmanuel Horvellieur, Lisandro Aristimunio, Leyva, Ricardo Mollo, Andrés Calamaro, Eruca Sativa, Carlos Vives, Fito Páez y Pedro Aznar -su compañero en la banda Serú Girán-.
En 2022, la empresa lanza el Volumen 2 con este mismo concepto. Le acompañaron Juanes, Skay Beilinson, Antonio Carmona, Abel Pintos, Sandra Mihanovich, Conociendo Rusia, Hugo Fattorusso con Nayla Lebón – una de sus hijas-, Fabiana Cantilo, Diego Torres, Vicentico, Kevin Johansen y Rosana Ortega, Soledad y su antiguo compañero de Serú, el gran Charly García.
Ni el propio David se lo cree: “No me imaginé que a esta edad me iba a pasar esto. A los 70 años, lo imaginaba a los 20 o a los 30. Espero tener la fuerza suficiente como para poder seguir haciendo el ritmo que tuve cuando tenía menos edad” ha dicho. Pero todo tiene una explicación. La palabra más utilizada en las canciones de David es Amor. Un rockero al que nunca le dio vergüenza ser vulnerable, sensible, romántico y espiritual. Si bien demostró lo duro que podía llegar a sonar en agrupaciones pesadas como Pappo’s Blues, Polifemo, Color Humano o La Pesada de Billy Bond. David matizaba ese vigor bajo la veeduría sonora de Luis Alberto Spinetta a su paso por Almendra y Pescado Rabioso, posteriormente logrando ese balance entre lo sutil y lo intenso en Serú Girán, la banda que alcanzó la cumbre más alta de creatividad, innovación y garra progresiva del rock argentino alcanzado solamente por Rush, Emerson, Lake & Palmer, Yes o Pink Floyd a nivel mundial.
A mi parecer, David también toca la guitarra muy a lo Steely Dan, Doobie Brothers, entona la voz a lo Michael McDonald o puede funkear como George Clinton. En Serú Girán, David cantó los temas más sublimes como “Seminare”, “Cuánto tiempo más llevará”, “Un mundo agradable”, alcanzando registros vocales altísimos. Pero nunca fue el centro de atención. Los que robaban el show eran los jefes, por decirlo de alguna manera. Spinetta, Pappo, Billy Bond o Charly García. No obstante, a David no le importaba. Hacía lo que más amaba, cantar y tocar. Es como si hubiera esperado pacientemente el momento actual. Los altibajos de la vida lo condujeron por momentos de gloria, aciertos y desaciertos discográficos, divorcios, adicción al alcohol y cocaína.
Se dice que lleva 3 años sobrio. La pérdida -por suicidio de su primer hijo, Tayda tan solo un año atrás-, tiene que sentirse como algo bastante agridulce en este momento de su vida. Yo creo que Dios no te manda ninguna prueba para la que no estés listo, y David tiene dimensión espiritual inmensa. Al igual que yo, creo que lo único que nos ha mantenido “a salvo” en este mundo ha sido la meditación. Verán, David y yo hemos sido estudiantes por muchos años de un maestro de vida de la India llamado Prem Rawat. A Prem Rawat David lo menciona en todas las entrevistas que le hacen, citándolo como alguien que le enseñó a ir hacia adentro para encontrar esa paz y esa felicidad que tanto buscaba afuera. Pero, conociendo a los periodistas del espectáculo que buscan algo más escandaloso, siempre le cambian el tema y le preguntan otra cosa rápido. Lo he notado como en 10 entrevistas que he visto de él. De hecho David tuvo un grupo de música devocional, tal como lo hizo Carlos Santana cuando fue devoto de un maestro llamado Sri Chinmoy y se llamaba Devadip, editando discos bajo ese nombre.
En el caso de David se llamó Lila, término que en sánscrito significa ‘juego divino” y lanzó un tema llamado “Ah Maharaji”, en honor a Prem Rawat. Tuve la oportunidad de saludarlo cuando fui reportero del Latin GRAMMY en 2019, donde le dije cuánto lo admiraba y cómo sus letras eran muy afines a nuestra práctica espiritual, cosa que lo agarró fuera de base ya que creo se esperaba todo menos que alguien de Colombia le hablara de ese tema en Las Vegas, a miles de kilómetros de casa.
Desde niño escuché su música gracias a un exiliado argentino, Carlos Moccagatta, amigo de David, del grupo de meditación, que se había radicado en Bogotá y que me introdujo al rock argentino. Al igual que David y Charly García y miles de jóvenes argentinos, Carlos fue detenido y torturado durante la dictadura militar, razón por la cual se asiló en Colombia. Escuchar a David fue para mí revelador. Esa voz preciosa, ese fraseo al cantar, lleno de Soul, lleno de Blues, lleno de Smooth Jazz tan acorde a su forma de tocar la guitarra. Y o diría que es una forma muy devocional de tocar y cantar a la vida, al Amor, a la Paz interior.
Por eso el público y los colegas de David muchas veces no saben cómo explicar lo que les produce escuchar cantar y tocar a David. Temas que, sean o no de su autoría, a todos les pone esa entrega sin reservas o surrender como solíamos decir en los 70 ‘s los practicantes de esa meditación. Y es que temas como entregarse, quitarse la ignorancia, sentir amor, ser feliz se reflejan en casi todas sus canciones. David ejecuta cualquier instrumento como un demonio y canta como un ángel!
Argentina se aferra a sus glorias con justa razón, tiene muchas leyendas vivas todavía y mientras estén, hay que honrarlas. Llevó David a la música -o la música lo llevó a él-, a un viaje por el corazón humano, a desarrollar el chakra de sentir; afinando dedos y voz en armonía total – no importaba lo que pasara en su vida-. La música lo salvó, al igual que la meditación. Latinoamérica lo conoce, pero es hora de que salga y toque en otros países.
Gracias a su sello discográfico que lo viene apoyando con artistas más jóvenes que ven en él a un referente primordial. A su familia numerosa que lo banca y a su manager y actual esposa por hacer ese trabajo maravilloso que viene haciendo. El mejor premio siempre será tener una buena mujer a tu lado. A diferencia de lo que puedas pensar, que yo no creo que haya gente joven con el talento de David, sé que la hay y que trabajan muy duro para hacerse conocer en un panorama musical como el de hoy. Lo que pasa es que la atención de la industria está centrada en lo urbano y destinan poco presupuesto a obras sublimes como estas.
Por eso digo, gracias a los ejecutivos que apuestan y rescatan a figuras de la talla de David. Gustavo Cerati fue el explorador de paisajes insondables. Charly García fue el Rock Star, paseó sus excesos y creó obras maestras. Fito Páez mamó de Charly, de Spinetta, de David Lebón para encontrar su propia versión. Andrés Calamaro, Enanitos Verdes, Miguel Mateos, son grandes en su estilo y fueron la generación que conquistó a Latinoamérica. Pero David Lebon es primordial por el lugar al que nos lleva. Su universo musical es infinito, cautivador y sanador.
Parafraseando sus letras, Lebón nos lleva a un “Mundo agradable” y “Puedo sentirlo” como me “siento protegido” otra vez al escucharlo. “El sol siempre saldrá mientras que a alguien le queden ganas de amar”.
Por eso, el mundo necesita más artistas como Oscar David Lebón.
“Tengo una misión y sé que tiene que ver con la música” – David Lebón
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