La ópera prima de César Augusto Acevedo, ganadora de la Cámara de Oro y tres premios más en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, ha logrado conquistar el corazón de 13.163 espectadores en su primer fin de semana, en las principales ciudades del país. Los habitantes de Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla, Bucaramanga, Cartagena y Pereira fueron los primeros en disfrutar de esta historia que se logra conectar desde las emociones, no sólo desde las sensaciones.

La Tierra y la Sombra es una película que habla del valor del arraigo, del valor de conservar las relaciones familiares, de mantener la esperanza, del valor del trabajo diario, se acerca al espectador con emociones tan reales que quien la vea podrá fácilmente sentirse identificado; logra llegar a lo extraordinario partiendo de la humildad de la historia. Está pensada y planeada desde la sencillez y el valor de los objetos, con el propósito narrativo de lograr un alto nivel de emocionalidad a través de la historia del día a día de una familia, de su trabajo, de su entorno y de sus luchas internas como seres humanos.

La película antes de sus 13.163 espectadores en las salas de cine colombianas, junto a Cannes, ha cautivado al público en los festivales de Múnich, Jerusalén, Karlovy Vary y próximamente en Melbourne, despertando a la par, los mejores comentarios de la prensa. La Tierra y la Sombra es “una metáfora sencilla y efectiva” (Manuel Kalmanovitz, crítico de cine para la Revista Semana), “visualmente cuidada, que sabe aprovechar la amplitud del paisaje” (Oswaldo Osorio, crítico para el diario El Colombiano), con una historia “emotiva y llena de características culturales de la región” (Mónica Rivera, diario El Espectador) y “una puesta en escena que permite escuchar el silencio deslizándose cautelosamente entre los diálogos, cuyas visiones no desmienten el entorno campesino en el que sucede la historia” (Hugo Chaparro, Revista Arcadia).

Sinopsis

La Tierra y la Sombra es la historia de una mujer que se niega a renunciar a la tierra por la que luchó toda su vida; un hijo que no puede abandonar a su madre hasta el punto de poner en riesgo su propia existencia; un padre que debe afrontar sus errores del pasado con el fin de recuperar a los seres que abandonó; una valiente esposa que lucha por salvar a los suyos; un niño que crece en medio de la devastación. Partiendo del microcosmos constituido por esta familia, una pequeña casa y un árbol rodeados por un absorbente cultivo de caña de azúcar, la película nos muestra los últimos días de estos personajes que intentan reparar los frágiles lazos que los unen ante su inminente desaparición provocada por el poder avasallador del progreso. De allí se desprende una historia cruel pero densamente poblada de metáforas y alegorías sobre la cultura, la fatalidad del progreso y el olvido, la fragilidad de la memoria y la inevitabilidad de la ruptura familiar y la soledad que esta provoca.